Seguro que todos recordarán la famosa canción que catapultó a la fama a Julio Iglesias, la vida sigue igual. Y también recordarán un artículo que publicamos hace dos años en el que denunciábamos el colapso que sufrían los juzgados.
Nada ha cambiado, la vida y la justicia sigue igual.
En el artículo “una justicia lenta no es justa” denunciábamos la falta de medios que sufrían los juzgados, procedimientos penales que se eternizaban durante más de diez años, jurisdicciones como la social o civil con citaciones de asuntos urgentes señalando a más de año y medio para celebrar vista, extravío de sumarios, acumulación de casos y dilaciones indebidas, etc.
Desde la publicación del referido artículo hemos vivido varias huelgas en la administración de justicia que de poco han servido para mejorar su funcionamiento. Y recientemente entraba en vigor el Real Decreto 6/2023 con el que arrancaba la era modernización de la justicia. Supuestamente se trataba de la reforma más ambiciosa en décadas y el mayor avance de la modernización del sistema público de justicia con medidas que favorecían la celebración de vistas y actos procesales por vía telemática. Pero no… la vida y la justicia sigue igual.
Las medidas que se aprobaron en el Real Decreto 6/2023 eran necesarias. Pero el problema de la justicia no es solo de “medidas” sino también de “medios” con los que a los juzgados se le deben dotar; como mínimo, los mismos que la Agencia Tributaria y la Seguridad Social tiene la actualidad. Y es que recientemente solicitábamos en un juzgado civil de la provincia de Madrid o de Valencia la celebración del juicio por vía telemática y la respuesta era que no se podía acceder a nuestra solicitud debido a la falta de medios.
El principal problema es la falta de dotación presupuestaria que siempre ha sufrido la Administración de Justicia. Es una cuestión de organización de efectivos, de efectivos y de incremento del personal en los juzgados. Y es que, muy probablemente, no existe un interés tan imperioso que funcione el sistema público de justicia ya que no tiene la misma función recaudatoria que la Agencia Tributaria o la Seguridad Social.
A pesar de que los ciudadanos sufren el colapso cuando acuden a los tribunales es poco probable que la sociedad española se movilice o que los poderes públicos pongan solución a este grave problema. A lo anterior se añade la creciente falta de confianza que tiene la ciudadanía en el sistema judicial y numerosas interferencias del poder ejecutivo y partidos políticos en el sistema judicial.
Y es que ya lo decía Séneca “lo más parecido a la injusticia es la justicia lenta”. Mientras nada cambia… seguiremos, a modo de desahogo, cantando la canción de Julio Iglesias, la vida (justicia) sigue igual.
Ramiro Navarro
Abogado, socio director.
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